viernes, 30 de septiembre de 2011

Silvia Garda

Les comunicamos que el día Viernes 30 de Septiembre falleció Silvia Garda, preceptora del Urquiza desde 1973 hasta 1976.
Desde aquí hacemos llegar nuestro pésame a sus familiares y amigos.
De Profesores y Celadores

Eduardo Larrandart, Silvia Garda y Mónica Giardina (5to 3ra 77)



De I Entrega de Diplomas a Ex-Alumnos - 2008

Discurso en la 1er entrega de Diplomas a Ex-Alumnos - Diciembre 2008

jueves, 29 de septiembre de 2011

Jorge Sainz (5to 4ta 54) y I - NUMERUS CLAUSUS

Este es el primero de tres apuntes acerca de la escenografía vigente durante mis años en el Colegio J. J. de Urquiza, 1949 a 1954. Dudo mucho que interesen a las generaciones que me siguieron – la friolera de cincuenta -, no obstante nunca falta alguien que por nostalgia o afán historicista pueda frecuentarlos.

I -
NUMERUS CLAUSUS

No cualquiera. No cualquiera ingresaba al Urquiza, viejo Colegio Nacional de Flores. Si con las pruebas de matemáticas y castellano no llegabas hasta 40 puntos de un máximo de 45, debías irte con la música a otra parte. Yo saqué 41 y para alegría infinita de mi madre entré a sus aulas. La historia fué así. Mi madre era de Trenque Lauquen y cada vez que en su juventud recalaba en Buenos Aires, lo hacía en una de esas típicas casas de zaguán y dos balcones al frente -, allá por Directorio y Esteban Bonorino. De su concurrencia al viejo cine-teatro Pueyrredón de Rivadavia y Fray Cayetano daba fe, asistiendo al cine o a los bailes de carnaval que ofrecía esta sala emblemática y hasta cierto punto lujosa a la que concurrí muchas veces en los primeros cincuenta. Era un timbre de honor para ella que yo perteneciera al Colegio Nacional del barrio. En ese entonces era casi un privilegio continuar los estudios en el Secundario, antesala frecuente de la Universidad. También iba al Flores, unas cuadras más allá, a otro que estaba en Bonorino, el San José de Flores. Pero había un cine especial, en la frontera, Carabobo al sur, llegando a avenida del Trabajo estaba el Continental con films menos actuales pero un sabor agreste que se las traía. También era una frontera haber cumplido 13 años, ensanchar tu horizonte, viajar solo, aunque ridículamente...de pantalón corto.Tuve que esperar los 14 para asumir mi seudo adultez. Por lo demás, a mí que venía de Villa del Parque, Flores me seducía, el colegio, la avenida Rivadavia, el hecho que muchos alumnos vivieran allí, el caserón pretencioso de Carabobo 286, palacete de postín en que disfrutábamos del método peripatético antes de cada clase. Donde habían metido con calzador en el subsuelo diversas dependencias, salas de música, de química, de Moral o de Italiano, todas allí acurrucadas. Y nosotros detrás en el anexo, seis aulas usadas por ambos turnos, de tarde y de mañana. Había una esquizofrenia en haber montado el Colegio Nacional de ¡Flores! injertado, al palacete del Señor. No conformes, detrás del anexo se empezaron en el 50 a montar unos barracones de madera precarios, rústicos, impropios de un colegio nacional. El Nacional Nº 9 Justo José de Urquiza se iba en títulos, en prestigio, en calidad del profesorado que no era poco. También el nivel del alumnado era bueno y el fracaso escolar mínimo. El 60% del núcleo inicial llegó a quinto (sin contar los traslados, que no abandonos a otros centros). Primero y segundo años eran una criba, en tercero quedaban seleccionados la mayoría para acceder a la Universidad. Más de la mitad de mi división fuimos compañeros los cinco años, un porcentaje elevado si se tiene en cuenta que el resto ya venía de cuarto. No resultaba muy diversa la situación en 5º3ª, supongo que nosotros éramos un muestrario de las pautas de la época. Conflictos de alumnos con profesores o de alumnos entre si, escasos. Siempre hubo y habrá recaudadores de amonestaciones pero no recuerdo expulsiones.

En los alrededores había por Pedro Goyena una escuela industrial, enfrente un colegio primario, más allá por Directorio frente a la plaza de la Soberanía un colegio religioso importante, llamado creo N.S.de la Misericordia. El colegio tenía dos entradas, la principal sobre Carabobo para los profesores, padres y proveedores, en ocasiones también salida de alumnos por la tarde. Por José Bonifacio estaba la auxiliar que era la real para nosotros porque por allí entrábamos todos diariamente.

Donde se montaban los barracones detrás del anexo, se extendía un baldío que alcanzaba la cortada de Pumacahua, campo del honor donde los compañeros defendían su prestigio y su dignidad. Enfrente, en el esquinazo, la librería-papelería de siempre. No recuerdo bares en las cercanías pero sí abundaban en Rivadavia. Para billares y casín, el primer piso del Odeón. Para pizza y empanadas, La Cuyana era insustituible. Los chicos se rateaban por la plaza cercana o los cafés de Flores. Luego estaban la Iglesia espléndida y monumental con sus cortadas de alrededor, -Salala, etc.. Pervivían en franco descenso las casas solariegas y aun las del siglo XIX como Marcó del Pont y demás con nombres de mujer o de flores. Flores no era multitudinario como ahora, había sitio para caminar, para estacionar, para el ocio sereno. Tenía sus propias figuras, Roberto Escalada –actor famoso en la cumbre de su carrera-, Antuco Telesca, Reynaldo Mompel, Jorge Lanza, ases de las radionovelas de Nené Cascallar que organizaba de tanto en tanto en el cine-teatro Fénix, sus veladas rodeada de amigos y actores y un público fervoroso. El colegio estaba ubicado en realidad en el borde este del distrito, algo excéntrico con respecto a la Plaza Flores. Y ¿qué pasaría con los aspirantes que no reunían el numerus clausus? Es probable se derivaran a otros colegios lejanos al barrio. Escaseaban los colegios secundarios. El nuestro era el colegio situado más al oeste de la capital, de Carabobo hacia la Gral Paz no había otro. Estaba en Almagro nuestro padre, el mejor y más prestigioso de Buenos Aires (exceptuando el Buenos Aires de la calle Bolívar que estaba adscripto a la UNBA) con un edificio “ad hoc” , el Mariano Moreno. En Palermo, también había uno muy famoso, el Nicolás Avellaneda. Recuerdo algunos más que nunca conocí como el Belgrano o el Sarmiento y el Mitre.

Para optar al examen de ingreso que entonces eran muy comunes en muchos de los secundarios, fueran estos nacionales, comerciales, industriales y normales, si bien podíamos prepararnos `por cuenta propia lo inteligente era ponerse bajo la tutela de un maestro que te exigiera y pusiera al tanto de los temas a examinar. En Villa del Parque tuve una profesora a la que un grupo de postulantes íbamos a diario, nos daba deberes e incluso un libro que se llamaba “Manual de Ingreso”. O sea que las cosas se hacían en serio todavía. En diciembre de 1949 pisé el Urquiza por primera vez.**. Todo me resultaba extraño y ajeno y me costaba asumir esa retahila de profesores y materias, apareciendo y borrándose cada 45 minutos. No sin inquietudes e inseguridades me acercaba al gran día del bautismo en el bachillerato.



A la página de la promoción '54

Jorge Sainz (5to 4ta 54) y II - AL MAESTRO CON CARIÑO

II AL MAESTRO CON CARIÑO

Estaban los profesores, luego los celadores más las autoridades que en realidad era única, el rector o el vicerrector, cada uno en su turno. Dicho así escuetamente no seríamos ecuánimes sino estableciéramos algunas distinciones que paso a enumerar.

Para mí existen los maestros, los profesores y los funcionarios. Maestro conocí uno solo, Marco Viberti. ¿y qué es un maestro? Un maestro es alguien ejemplar que nutre con su vitalidad y su nobleza el alma del educando, que sabe guiarlo sin condescendencias y sin severidades trasnochadas por un camino de verdad, de sencillez, de conocimiento. Marco Viberti, era un hombre de modales bruscos, un profesor de dibujo más. Pero fue un maestro no por la materia que dictaba sino por su nobleza, su vitalismo, su tolerancia. Un hombre bueno, decente y fiable. Un hombre para guiar, para encabezar sin subyugar. Fue el único maestro que conocí en el Nacional de Flores. Una anécdota. Cuando me diplomé de bachiller estaba deseoso de hallar un interlocutor válido en el colegio, entonces se me ocurrió citarme con el rector en el café Tortoni. Allí asistió para conversar con un alumno que requería de su consejo, de su reflexión, como un amigo más. Tuvimos una charla amena, prolongada y orientativa acerca de mi futuro inmediato. Asumió la rectoría en setiembre del 53 y le tocó representar al Urquiza en un momento crítico de su historia, con movilizaciones, ocupaciones, siempre al frente de todos y para todos. ¡Salud! Don Marco.

Los profesores, que no abundaban, ni eran maestros, me refiero a sus conocimientos, a su modo de llevar la clase, a su estilo de calificar, a su inmersión en la materia que dictaban, eran las columnas del sistema de enseñanza. Brillaban con luz propia, Angel Mazzei (literatura española y americana), Fernández Martínez (zoología), Lamenza (física y trigonometría), Petrazzini (castellano 3º), Vainer (sicología), Dassen (anatomía 3º y 4º), Eguía Seguí (castellano 2º), los profesores de idiomas eran todos muy buenos aunque cabe una mención especial para Rojo Mazorra (inglés), Sánchez Sorondo (Historia 2º), más un conjunto heterogéneo de profesores que no sobresalía. De todos ellos no hubo nadie que supiera más de su materia que Mazzei, arrasaba por su erudición, Un as. Fernández Martínez resultó mi mayor frustración. Estuvo sólo un año al frente de Zoología 2º año y fue para mi el profesor más estimulante que he conocido en el bachillerato. De condiciones humanas y profesionales sobresalientes, este buen hombre que resultó visto y no visto se ausentó a la Patagonia y nunca más nadie supo de él. Volviendo a Mazzei, digamos que fue un inspirador, un movilizador de conciencia desde el horizonte de la literatura, un portal de conocimiento. En el aspecto más destacado de su quehacer impulsó en 5º año una serie de trabajos monográficos que apuntalaron la afición a la literatura para quien la tenía. A mí me encargó “Las baladas en la poesía argentina moderna”, título que escogió más tarde para una de sus obras. Investigando ese asunto para mí totalmente desconocido me recorrí todas las bibliotecas importantes de Buenos Aires. Frecuenté la Nacional que estaba en la calle Méjico. ¿Y saben cómo se pedía un libro en esa época (1953-54)? Se llenaba un formulario con los datos personales y el libro solicitado (previa búsqueda en esas gavetas incómodas que orillaban la gran sala de lectura). Luego había que esperar un tiempo incierto hasta que tu número apareciese colgado de unas cuerdas que como si fuese un tendedero estaban dispuestas sobre la plataforma que presidía la sala. Si demoraba mucho era posible que no encontraran el libro y tenías que averiguarlo. Así libro tras libro. También, gracias a Mazzei, colmaba mi rosario de bibliotecas con la del Congreso, la del Maestro, las barriales y al cabo de seis meses, el monográfico de las baladas vió la luz. A otros alumnos les encomendó temas tan peregrinos como “las mesas y las sillas en la poesía argentina”, “las aves…etc. “y todas las monografías en ese plan. Al fin y al cabo, la mía era la más coherente y literaria. Otra faceta de Mazzei era a la hora de calificar con dígitos, siete con treinta, ocho con cincuenta, nunca un diez a menos que el alumno lo justificara por necesidades de exención. Sin comerla ni beberla, en el primer trimestre de 4º, -nuestro estreno con don Ángel- tuve el promedio trimestral más alto para sorpresa e intriga de mis allegados y mía en primer lugar. Imposible desentrañar el universo de Mazzei en ese tema. Además yo lo castigaba con unos “ensayos críticos” que le entregaba para conocer su opinión. Él, paciente me los leía y devolvía con indicaciones y comentarios que certificaban su bonhomía. Por esa época me dio la vena de “interpretar” textos de escritores argentinos como Payró, House o Scalabrini Ortiz. Recuerdo con humor que cuando le presenté mi visión acerca de “El hombre que está solo y espera”, libro difícil para mí - se trataba de un ensayo social- y no de una novela, lo primero que me dijo me desconcertó. Conocer que el autor de marras era famoso por la publicación de la mejor historia de los ferrocarriles argentinos hasta el momento.. Cuando escribí el trabajo de las baladas cometí el error de incluir nada menos que a Rafael Alberti entre los baladistas y no recuerdo sino contrabandeé algún otro. Inmune a esos fallos, Mazzei era un dechado de tolerancia, de acompañar módicamente al alumno. No estilaba dictar clase magistral, más bien acotaba la lección que brindaba el alumno. Nosotros no éramos capaces de asimilar todo lo que él ofrecía porque recién estábamos rompiendo el cascarón de la cultura. Magdalena Lamenza era una profesora a la que algunos alumnos prestaban atención libidinosa, pero al margen de esas vocaciones era una mujer sobria, sería y dueña de su materia. Nos dio física , trigonometría y cosmografía con elegancia. Así como era ella. La Petrazzini, como se la llamaba habitualmente, .fue la que descubrió que además de una élite social (hablaremos más delante de ello) existía otra, intelectual y culta en la división.. La Petrazzini nos bautizó como “la elite” a secas, a quienes seguían sus pasos, no sin cierta inquina por parte de los demás, pues la élite no superaba los cinco miembros. Tenía el hábito de sentarse entre los pupitres, nunca en el escritorio. Pequeña y movediza, sometía a la clase a demandas continuas lo que provocaba que nadie se durmiera. Hablaba mucho, con rotundidad y convicción, alrededor de su materia. Si la seguías aprendías mucho. Empapada del saber de los grandes lingüistas y filólogos de su época, a la mayoría le disgustaba su estilo un tanto autoritario y mordaz en una materia que no despertaba muchos entusiasmos.

Vainer y Dassen eran los “dictadores”. Dictaban sus clases palmo a palmo, aunque con estilos contrapuestos. Mientras Vainer era un hombre tranquilo que nos brindaba unas clases que daban la sensación de ser predeterminadas, Dassen nos dictaba sus enseñanzas en medio de un silencio sepulcral. Maníaco con los ruidos, el más mínimo desencadenaba una erupción colérica. Se daba vuelta y preguntaba por su autor que a veces terminaba en la puerta del aula. Una lapicera al caer, la tapa del pupitre golpeada al descuido podían convertirse en una contrariedad inasumible por Dassen. Por lo demás eran buenos profesores, nos hacían estudiar y al fin de cada trimestre no teníamos escapatoria. Se tomaba una prueba anunciada que decidía la nota sin muchas apelaciones. Vainer tuvo una iniciativa interesante mientras lo tuvimos de profesor. Una mañana llevó a la división al Hospicio de las Mercedes (actual Hospital Borda) donde se desempeñaba como uno de los jefes de servicio y nos dio la clase exponiendo con pacientes reales los rasgos generales de cada síndrome siquiátrico. Dassen, a su vez era uno de los médicos más destacados de la Cátedra de Medicina Interna cuyo jefe era el Dr.Fustinoni, además de ser autor y colaborador de varios libros para la formación de los futuros médicos. Fuera del ámbito de las clases que dictaba, aunque siempre adusto solía responder a sus alumnos con normalidad.

Y estaban los funcionarios.¿qué significa un funcionario en la enseñanza? Se trata de un señor que asiste a clase como profesor, que habitualmente no explica ni comenta nada. Esto no se sabe si es por ignorancia o por indolencia. Señala con el dedo desde y hasta dónde abarcará la próxima clase. Califica con generosidad y examina a sus alumnos con pruebas anunciadas. De vez en cuando algún comentario sobre el tema vigente y el resto es pasividad activa aunque parezca un contrasentido. Pues bien, obviamente no mencionaré a ninguno de estos funcionarios aunque sí calculo que su incidencia en el conjunto del profesorado rondaba el 20 por ciento. Nada grave, sólo dejación de deberes.

Tuvimos varios jefes de celadores. Recuerdo a Cascante, Soria, Wirth, todos flexibles y sin problemas. La oveja negra resultó ser Gaitán. Un extraterrestre que trataba a niños de trece y catorce años como auténticos delincuentes. Torcía el gesto y allí íbamos camino de las amonestaciones por nimiedades. Pésimo talante el de este imbécil metido a sheriff. Por lo demás, todos los celadores eran amigos del alumno y señores en el mejor sentido de la palabra. Evoco algunos nombres, Leiva, Sanjurjo, Echeverría, Biondi, el propio Wirth. Todos estudiantes universitarios.

La plana mayor era un unicato, nunca estaban rector y vicerrector juntos en el colegio. Conocí a Félix Nattkemper como profesor de botánica, ya a punto de retirarse de todos sus cargos, incluyendo la rectoría. A mí me tocó vivir la época de Rezzoagli en ejercicio del rectorado. Un hombre bueno y condescendiente, con la mano dispuesta a media altura para ofrecerte la bendición en cualquier momento junto a su verbo afectuoso y comprensivo. Luego, promediando el 53, vino Viberti como rector. **

A la página de la promoción '54

Jorge Sainz (5to 4ta 54) y III TODOS ERAN MIS HIJOS

III TODOS ERAN MIS HIJOS:

Sí y hubiera habido muchos más de no ser por el numerus clausus. Ya comenté que desde Flores hasta la general Paz no existían colegios secundarios. Villa Luro, Liniers, Floresta, y más hacia el sur, Mataderos, Lugano, Soldati, Patricios, barriadas demográficamente importantes, carecían de escuelas secundarias y no solo colegios nacionales sinó también comerciales e industriales. O sea que la frontera pedagógica

éramos nosotros, el nº 9, lo que supone que había otros ocho en la Capital Federal. Estaban repartidos por Palermo, Almagro, Once, Belgrano. Esta realidad provocó que en primer y segundo año acudieran a las aulas muchos jóvenes procedentes de esos barrios del sur y del oeste carentes de ese nivel formativo. Y aun del extrarradio de la Gral. Paz: Ciudadela, Haedo, Castelar. Si a la diversidad de procedencias sumábamos ese desfile de profesores y materias, el panorama para el recién llegado- que éramos todos- se evidenciaba difícil y un tanto desestabilizador. Ocho a diez materias con sus respectivas bibliografías, cuadernos y novedades de todo tipo se cernían sobre el alumnado salvajemente. Cada uno se las rebuscaba –como yo- en conseguir algunos libros para que la economía familiar no se resintiera, a pesar que vivíamos una etapa de economía boyante en Argentina. Fue precisamente la prosperidad alcanzada por las clases más modestas la que propulsó la incorporación de los hijos de esos sectores a la educación secundaria. Nuestra división contaba con al menos una tercera parte de alumnos procedentes de las clases media-baja y obrera. Era un cambio radical porque seis o siete años antes no hubiese habido nadie. A lo largo de la década, este fenómeno social se revirtió no bien la situación económica se iba deteriorando. Hasta el 52 inclusive estas tendencias no sufrieron cambios, pero ya en 4º año el panorama retrocedió parcialmente y las incorporaciones se limitaron a quienes aspiraban al nivel universitario. Recordemos que en ese entonces, tener aprobado 3º año implicaba titularse de “bachiller elemental”, algo que valía a la hora de un empleo.

Todo era extraño cuando no imprevisto. Los compañeros de 2º nos parecían “grandes y avezados”, para qué mencionar cómo veíamos a los de 5º, a esos les llamábamos directamente “padres de familia”. Y la universidad la percibíamos como una quimera. Pero las rutinas nos fueron acomodando a estos horizontes desconocidos alentados por la perspectiva que si continuábamos al año siguiente, entraríamos en la categoría de “grandes y experimentados”. Y las rutinas alimentaban nuestra confianza, eran un lenitivo para nuestras dependencias. Una de las más bonitas sucedía cada crepúsculo: el arriado de la bandera mientras entonábamos esa bellísima canción llamada Aurora…Alta en el cielo, un águila guerrera,/ audaz se eleva en vuelo triunfal; / Azul un ala del color del cielo, / Azul un ala del color del mar… ¡qué inspiración la del maestro Panizza! En ese momento quizás no la sentíamos como ahora en que nos emociona hasta las lágrimas, sesenta años después, que ya es decir. Formado en filas de a dos en el patio del colegio seguíamos la ceremonia con desapego, pero los rituales poseen un poder misterioso que hace que hoy con sólo evocarlos resucita. Luego venia el regreso a casas colgados del 134 que indefectiblemente circulaba lleno. La línea hacía el recorrido desde Villa del Parque en Nazarre y Cuenca hasta el Puente Pueyrredón, en Barracas, a la vera del Riachuelo. Era el colectivo de los hospitales. Increíble. Tocaba el Álvarez, el Penna, el Churruca, la Maternidad Pardo, el Bonorino Udaondo, el de Cirugía Torácica, el de Tisiologia, Muñiz, Rawson, Borda, Moyano. Cuando me tocó el servicio militar en Sanidad también viajaba en el dichoso 134. Y por último cuando siendo estudiante asistía a clases en el Hospital Fiorito. En distintas épocas y sucesivamente cambió de infraestructuras, desde los monstruosos Mack hasta diversos modelos de colectivo. Compañero habitual de viaje era Cartasegna, el más joven y pequeño de la división (en poco tiempo su estatura y su aspecto agurruminado desaparecieron como le había predicho su padre) y otros compañeros ya mayores.. Pasando Gaona subía a menudo el profesor de Matemáticas, Ponce. Que después del 55 fue vicerrector. Mis profesores de matemáticas fueron Guarino, Talía y Rocha. En química tuvimos a González y a la. Maglia. En física, a Bishop y Lamenza.. En historia, me olvido de algunos, eran la Sra. Nieto Arana, Sánchez Sorondo (hijo de quien fue ministro de interior del dictador Uriburu), Masciotra y Hebe Caracotche, alguien muy apuesta y simpática. En geografía, a la Sta. Constantini, Wirth (el padre), la Sra. Cambados y algún otro. En castellano, Petrazzini y Susana Eguía Seguí. En mineralogía, a Maniglia. En dibujo a Viberti y a la Sra. Busón. Con ella y con Mascialino (latín) conocí por única vez en cinco años el acíbar de diciembre ¿Cómo es posible irse a examen en ¡dibujo! tan luego? Tal hazaña yo la concreté ante la extrañeza de mis compañeros para quienes era inédito que alguien fuera a diciembre por esa materia. Era como irse por Trabajo Manual o Ejercicios físicos. ¡jaja! Lo del latín fue otra cosa. Mascialino era como Mazzei, un maniático con las notas, seis cincuenta, siete treinta y tres, todo en plan ofertas y rebajas de tienda. A mí me mandó a examen con seis sesenta y uno. Llegué tarde a las ofertas del “Vulpes et uva”. A fin del año lectivo se realizaba una reunión de profesores para entregar los conceptos, que figuraban en el boletín anual. Viberti era muy educado y enviaba una carta de felicitación a los padres cuyos hijos eran por lo visto unas lumbreras. Hablando de lumbreras, nuestra división estaba huérfana de ellas, había alumnos más o menos estudiosos, más o menos inteligentes, pero sin deslumbrar. En la tercera división del año inmediatamente superior se conocían dos talentos que disputaban los nueve y los dieces cabeza a cabeza. Se llamaban Jorge Segreto y Mastroianni Pinto pero no rivalizaban ni eran arrogantes con el resto.. Eran buenos tipos.

Las relaciones horizontales con las terceras eran muy buenas, había una hermandad en el estudio a pesar que sus profesores no eran los nuestros. Las divisiones de la mañana eran totalmente desconocidas para las de la tarde y viceversa. Las verticales de la tarde sólo tocaban al año superior, con el inferior no había vínculos. Cuando ingresé existía un Club Colegial cuyo cometido hoy no puedo especificar como no fuese que cobraban una cuota para `pertenecer al mismo. Creo que eran los que organizaban los torneos deportivos, ajedrez, etc. La otra institución autorizada era muy activa, me estoy refiriendo a la Cooperadora cuyos integrantes eran los padres de los alumnos. Colaboraban dentro de sus limitaciones en comprar libros, refaccionar el colegio y organizar actividades sociales con las autoridades del colegio y los padres.

En nuestra división había endogrupos. Una élite social encabezada por González Botana agrupaba a la crema del barrio. Eran cinco o seis alumnos de familias tradicionales que jamás presumieron de su nivel social. La masa amorfa, hasta que no descubrió Petrazzini lo de la Élite intelectual estaba inmersa en el anonimato. Pero vino Juana Azurduy y nos jerarquizó, otros cinco o seis alumnos adquirían “identidad”. Estas anécdotas provocaban chorros de ironías y de pullas entre nosotros porque en el fondo nadie se lo tomaba en serio. Eso sí , agradecíamos a Petrazzini y a Mazzei sus ocurrencias a cual más ingeniosa. A González Botana casi todos los profesores le preguntaban por su grado de parentesco con el periodista más renovador y poderoso que conoció Argentina en su historia moderna: Natalio Botana a partir de su diario “Crítica” y cuya memoria estaba fresca. Botana, quizás un poco harto que todo el mundo le preguntara por su tío era naturalmente arrogante pero no por su pariente sino por su personalidad más allá de todo. Diplomado de médico, a través de conocidos comunes supe que treinta años después seguía igual. Su contratara era Curras, hijo de obreros, brillante alumno, dibujante excepcional, idealista y liberal. Yo iba de graciosillo y una de mis ocupaciones luego de 3º era confeccionar semanalmente una “cartelera” que consistía en jugar con los nombres de las películas y las obras teatrales en cartelera extrapolándolos a situaciones internas del colegio, la división, los profesores, etc. Nuestra actividad artística tuvo su cénit en 5º año. En la división apareció ese año un extraterrestre llamado Leopoldo Ruiz que inspirado en visiones e impulsos caiga quien caiga, se abocó a montar en el teatro Smart una comedia teatral con actores, decorados, maquilladores. Toda la parafernalia de una obra teatral digna de la calle Corrientes. La obra se llamaba Cascabelito y se había estrenado en la década del veinte sin mayor repercusión. Lo curioso de la situación fué que contó casi exclusivamente con la colaboración de la gente del interior que cursaba 5º 4ª y 5º 3ª Excepto quien esto escribe y Cartasegna nadie del núcleo tradicional de la división apoyó el envite. Ruiz era terrible, cambiaba continuamente de frentes. Un advenedizo metido a improvisar festivales, mentía a discreción, generaba resistencias lo que hacía que su credibilidad estaba por los suelos. Ahora diríamos que se trataba de un chanta. Nadie se fiaba, el elenco estable de 5º4ª era bastante serio y no quiso embarcarse en la aventura que a pesar de todo salió bien. El 25/10/54 subió a escena por única vez “Cascabelito” con un grupo de actores improvisados pero voluntariosos. Quien esto escribe hizo de traspunte y se dedicó a atravesar el escenario varias veces durante la representación, de galera y gafas oscuras con una maleta. Al final se desveló el misterio. La maleta contenía el discurso de clausura, un rollo que desenroscado llegaba hasta la platea. Pero el discurso real estaba escrito y me tocó a mí pronunciarlo con brevedad. Además del plato fuerte que era la representación teatral, hubo muchas intervenciones pero no de alumnos de la división excepto Cartasegna que junto a su novia protagonizaron en playback un dúo comifónico muy celebrado. Hubo solistas de instrumentos musicales, piano, guitarra, recitados, bailes…No he mencionado aún que el festival hubiese sido irrealizable sin la ayuda inestimable del colegio Fernando Fader (exclusivamente de mujeres). Ellas hicieron la escenografía, actuaron, cantaron, bailaron y nos desapolillaron a nosotros en una época que no existían los colegios mixtos. Para mí, fue lo mejor del festival, ese intercambio, esa complicidad que nunca habíamos experimentado. Las jóvenes eran abiertas, frescas, sencillas. Nosotros parecíamos vejestorios rígidos, tímidos y acomplejados. No sé cómo será ahora pero los 16-17 es una edad estupenda para el amor, la lírica, el ideal, la música. En el tema musical me ayudó mucho Lalo Cartasegna. Seguíamos a un animador de Radio Mitre que se apellidaba Rodríguez Luque y presentaba diariamente sesiones programadas a distinta horas. Allí conocí a Los Plateros, Paul Anka y muchos conjuntos más que mi memoria ha olvidado. Demás está decir que gané a una joven del Fader, una amistad breve pero hermosa. Tampoco fue vana mi incursión teatral aunque fuese como traspunte. Con otras amigas del Fader estuvimos tonteando ese verano alrededor de una obra que había escrito una de ellas.

¿Cómo eran las vacaciones durante el secundario? Nos perdíamos de vista como si cada uno se fuera al trasmundo y a pesar de vivir cerca unos de otros, jamás compartíamos nada esos cuatro meses. Increíble pero cierto. En marzo, con el reencuentro retomábamos esa amistad “lectiva” por llamarla de algún modo. Yo volvía de las vacaciones en la playa y a mis amigos del barrio. Siempre me gustó aprender y preparar las materias de cada día. No tenían sentido “las ratas” porque tampoco me gustaba andar boludeando en los bares. Yo, sin proponérmelo, había logrado “legalizar” las ratas. No era raro que mis padres se presentaran en el colegio dos horas antes de la salida para llevarme al cine. Esto sucedía en 1º y 2º, luego se terminó. Mi círculo de cinco o seis amigos eran como yo, tal vez un poco rígidos. A mí me gustaba frecuentar el Odeón, el primer piso donde había billares. Los viernes recalábamos en “La cuyana” donde preparaban unas empanadas gloriosas. No recuerdo si fue en 3º o en 4º que dejé de tomar el 134 en Directorio y Carabobo, nos íbamos andando los tres o cuatro de siempre hasta la Plaza Flores donde cada uno tomaba su transporte, tren, colectivo, tranvía. En la equina de Directorio pasaba un tranvía destartalado que parecía salido de la pluma de Oliverio Girondo. Bajaba hasta Donato Álvarez y desde allí iba desgranando seis o siete compañeros –el ala judía le llamaba yo- a lo largo de La Paternal, Parque Irlanda y Av. San Martín. Después se quitaron, pero tanto Pedro Goyena como Carabobo y Alberdi contaban con espacios centrales acordonados y con pastos para las vías tranviarias. En cada edad uno tiene afinidades con gente diversa para compartir lo que fuere. Pues bien, con Orrea, un compañero anexo al círculo áulico se nos ocurrió un día anotarnos en un curso prematrimonial que daba un sacerdote en las dependencias de la Iglesia. Barajando vaya a saber qué fantasías nos brindaría allí el sacerdote fuimos dos o tres veces y nos retiramos decepcionados. Evidentemente, nuestra mente calenturienta nos había jugado una mala pasada. Donde fuimos varias veces fue a las concentraciones de la UES en la ciudad Infantil y en la Juvenil que estaban cerca, alguna exhibición gimnástica, algún partido de Polo y sospecho que algún reparto de sándwiches y bebidas.

5º año fue glorioso, la alegría de coronar el bachillerato se mezclaba con la incertidumbre de ingresar a la facultad, decisión que aunque ya tenía tomada no dejaba de intranquilizarme, por esa inseguridad, ese temor a fracasar ante un nuevo desafío existencial.

A la página de la promocion 1954

miércoles, 21 de septiembre de 2011

FELIZ DIA!!!!!!!

De Miscellaneous


Les desea

Mesa Coordinadora de Ex-Alumnos
5° 2° 67, Carlos Damiano
5° 4° 74, Daniel Eugenio
5° 3° 77, Silvia Chamorro
5° 2° 82, Gustavo Levine

domingo, 11 de septiembre de 2011

Norberto Falcone - 5to 2da 64

Recibimos la siguiente emotiva carta de Norberto Falcone de 5ro 2da 64 que publicamos aquí.
Muchas gracias Norberto por tu mensaje.

Como ex alumno de esa institución desde 1964 (5º 2ª) y residente en Madrid desde 1990, no he tenido la ocasión de participar con vosotros en ningún evento. Lamento mucho ese hecho, ya que a mis 64 años aun guardo los más agradables recuerdos de esa etapa de mi vida.
Gracias a sus aulas pude continuar en la UBA, graduarme en Medicina y realizar mi especialidad en Anestesia. Aunque por razones estrictamente económicas y familiares me trasladé a Madrid donde profesionalmente continuo mi actividad en uno de los mejores centros de medicina pediátricos de este país, no puedo dejar de mirar sobre mi hombro y verme con mis compañeros de 5 gloriosos años en la esquina de Condarco (o Culpina) y Bacacay contra un balcón donde nos encontrábamos para ingresar juntos al patio al sonido del timbre de la última llamada creo recordar 7 45hs. Perdonar si tengo errores de apreciación pero son más 50 años que ingresé en lo que era 1º 2ª.del año "de gracia"de 1960.
Les pido disculpas por hacerlos perder el tiempo con los recuerdos de un expatriado, voluntario y feliz con lo que determinó su destino ya que soy 3 veces abuelo y muy respetado como persona y profesional en mi medio.Pero las lágrimas me humedecen los ojos al pensar en esa época feliz de bléiser azul y pantalón gris, cuando fumar era de hombres, por cierto que yo nunca fumé,y el rock y el twist eran nuestra música. Mal visto el tango o el folklore. Como recuerdo a mis antiguos compañeros, por supuesto todos varones como correspondía a la época, aunque ya a lo lejos en mi recuerdo.
Nuevamente os felicito por mantener viva la antorcha de ese colegió tan recordado.
ADELANTE NO PIERDAN EL ENTUSIASMO
Norberto Oscar Falcone
5ª 2ª 1960-1964

sábado, 10 de septiembre de 2011

Página de los libros escritos por Ex-Alumnos

Inauguramos la página con datos de los libros escritos y editados por Ex-Alumnos del colegio:

Por este motivo les solicitamos a todos aquellos que hayan publicado libros, sean de texto, novelas, ensayos, poesía, cuentos etc. nos envíen los datos que detallamos a continuación:
  • Título del libro
  • Una breve reseña o descriptor del mismo.
  • Editorial
  • Dónde se puede conseguir: Librería: aclarar, nombre, dirección, teléfono (de la librería) y si es necesario sucursal y la dirección. Si es otro lugar, Kiosko, por ej. aclarar también la dirección, recuerden que los datos del lugar tienen que ser suficientes como para que la persona que está interesada pueda llegar a él. Quizás en su casa tienen varios ejemplares, entonces pueden poner un email, TE , por cuestiones de seguridad no pongan la dirección.
  • Un facsimil de la tapa o foto o lo que sea.
  • Si tienen una página web, la dirección correspondiente.
A medida que nos vayan llegando los agregaremos a la página.

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Saludos y seguimos

Mesa Coordinadora de Ex-Alumnos
5° 2° 67, Carlos Damiano
5° 4° 74, Daniel Eugenio
5° 3° 77, Silvia Chamorro
5° 2° 82, Gustavo Levine
El Blog del Urquizadeflores: urquizadeflores.blogspot.com
Nuestro sitio web: www.exalumnosurquizadeflores.com
Nuestro canal en YouTube: http://www.youtube.com/user/urquizadeflores

5to 2da 61 tiene su página

Esteban A. Juarros, via facebook, nos envió la foto de su división: 5to 2da 61, por lo que inauguramos la página web de esa division.

De 5to 2da 61

Alumnos de esta divisón:

Achille ; Audon, Gustavo ; Barcia ; Benedetto ; Bolasell ; Borinsky, Ricardo ; Camerlingo ; Camperi, Carlos ; Castresana ; Cefis ; Cirillo ; Del Campo, Ricardo ; Gracia ; Giachetti ; Graf ; Hendler ; Horowitz ; Introzzi, Alfredo ; Juarros, Esteban ; Kasakof , Adolfo ; Latman ; Lucheta ; Marcangeli ; Martinez, Juan ; Milograna ; Millaner ; Mosqueira ; Musicman ; Muzcat ; Nicastro ; Novoa ; O´Reilly ; Palopoli ; Peluffo ; Ranzoni ; Romero, O. Rubén ; Rutenberg, E. ; Silbermins, Jorge ; Stisman ; Suescun ; Taboada ; Travazo ; Vidal ; Waldman ; Yukelson

Celador: Oscar Espina


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viernes, 9 de septiembre de 2011

Álvaro Carlos Otero (5to 5ta 60) lanza su libro

Álvaro Carlos Otero, de 5to 5ta 6a, lanza su nuevo libro: "La Revolución de los palanganas"
De Promos


Enviarnos un e-mail a urquizadeflores@yahoo.com.ar para más información.

jueves, 8 de septiembre de 2011

5to 2da 81 - Festejo

Gabriela Laddaga, de 5to 2da 81 nos envió la siguiente foto tomada en el festejo de los 30 años de egresados, el domingo pasado 4 de Septiembre de 2011.
Muchas gracias Gabriela por la foto.

De 5to 2da 81

Parados, de izq a derecha: Gabriel Alvarez, Sergio Bressky, Ariel Fico, Ernesto De Vittorio, Javier Pinedo, Néstor Merlo, Enrique Rial, Liliana Bruj, Gabriela Laddaga.

Sentados, de izq a der; Silvia Yaques, Ruth Kochen, María Silvia De Vittorio, Nestor Borro, Roberto Morfés, Rosana Ríos, Roberto Damico.

Más tarde, llegó Javier Kullock, que no está en esta foto.


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miércoles, 7 de septiembre de 2011

Apareció 5to 6ta 83

Norma Cordero de esta división nos envió dos fotos de la época:


De 5to 6ta 83



De 5to 6ta 83


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Gracias Norma por el recuerdo.

sábado, 3 de septiembre de 2011

Fernando del Corro - 5to 4ta 61

Fernando José del Corro (5° 4° 61) nos envió la nota a la que hizo referencia la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner el 1 de Setiembre de 2011 en Tecnópolis, en la Cena por el día de la Industria.
Esta nota fue publicada en Ámbito Financiero el mismo día 1ro de Septiembre de 2011.


HACE 55 AÑOS LA ARGENTINA FIRMO LOS ACUERDOS DE BRETTON WOODS

Por Fernando Del Corro (x)

El 30 de agosto de 1956, 55 años atrás, cuando todavía no había transcurrido un año desde que una conjunción de intereses económicos, políticos y sociales de corte antipopular derrocase al gobierno de Juan Domingo Perón, el presidente de facto Pedro Eugenio Aramburu firmó los acuerdos de Bretton Woods.

Ello implicó que la Argentina se incorporase a dos organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF), hoy más conocido como Banco Mundial, a lo que desde su creación en 1944 se habían negado las autoridades argentinas con el entonces presidente Edelmiro Julián Farrell y luego con el propio Perón.

Cuando se habla de la deuda inmediatamente se piensa en el Fondo Monetario Internacional, más conocido por su sigla, el FMI. Sus sucesivas autoridades son tan conocidas para el argentino medio como la mayor parte de los funcionarios locales de segundo nivel, aunque luego se los olvide tan rápido como a estos últimos. El FMI fue uno de los resultados de los acuerdos de Bretton Woods casi al finalizar la Segunda Guerra Mundial bajo la inspiración de lord John Maynard Keynes y otros famosos economistas de la época. Perón no aceptó incorporar a la Argentina a ese organismo y se mantuvo fuera de él durante toda su gestión.

Un organismo dependiente de las Naciones Unidas, la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), con sede en Santiago de Chile, era regenteado por nuestro conocido Raúl Prebisch, antes y después funcionario de varios gobiernos argentinos. Desde allí, si bien dentro de cierta ortodoxia económica, se habían generado algunas ideas sobre el Centro y la Periferia, en el fondo entre países industrializados y proveedores de materias primas. El eje detrás del cual debe entenderse el problema central de la deuda de nuestros tiempos, como ya se ha dicho, sin olvidar todo lo de corrupción financiera y política que sirvió como detonante.

Prebisch había rechazado, por razones políticas, asesorar a Perón, cuando éste se lo había solicitado, pero aceptó cuando la oferta le llegó, apenas producido el golpe de septiembre de 1955, por parte del presidente de facto Eduardo Lonardi. Como este general nacionalista fue rápidamente desplazado por el ala gorila encarnada en Aramburu, su sucesor, y el vicepresidente Isaac Francisco Rojas, cuando llegó la hora de presentar sus informes, el economista cepalino lo debió hacer ante las nuevas autoridades militares.

Los tres informes respiraban más odio político que un serio análisis económico. En ellos se llega a sostener que la situación dejada por el peronismo era peor que cualquier otra del pasado del país, incluyendo aquella que le permitió a Nicolás Avellaneda decir lo suyo sobre el hambre y la sed de los argentinos; la de la crisis de 1890; e incluso lo que había sucedido como consecuencia de la gran recesión iniciada en Nueva York en 1829. Como bien señala el historiador económico Mario Rapoport, algunas de las afirmaciones contenidas en los informes fueron desmentidas por la propia CEPAL en su trabajo de 1958 titulado “El desarrollo económico de la Argentina”. Fue lo que se dio en llamar “una crisis apócrifa”[1].

De resultas de todo ello el gobierno militar concluyó firmando los acuerdos de Bretton Woods. Lo hizo el 30 de agosto de 1956, dos meses después de constituir el llamado “Club de París” en el marco de la Unión Europea de Pagos, donde los principales acreedores argentinos eran los países perdedores de la Segunda Guerra Mundial. Las deudas más importantes de la época alcanzaban a 158,5 millones de dólares estadounidenses con Alemania; a 133,5 millones con Italia; a 76,2 millones con Japón; a 75,2 millones con Reino Unido; a 34 millones con Francia, y a 25 millones con Países Bajos (PB). El total era de 450 millones más los intereses, correspondientes a once acreedores. Las cuotas para su cancelación se fijaron en 50 millones para los dos primeros años y en poco más para los siguientes hasta su cancelación.

En lo que hace al ingreso argentino en el FMI hay que señalar algo por demás interesante. Hoy el Producto Interno Bruto (PIB) argentino equivale a un 60 por ciento del correspondiente al estado brasilero de Sao Paulo y a un 30% del total del Brasil. Esto marca lo que pasó en la segunda mitad de los años 1900. Al ingresar la Argentina al FMI en 1956 se le fijó una cuota casi igual a la del Brasil lo que indicaba la similitud, por entonces, de ambas economías. Fue de u$s 150 millones de los cuales u$s 37,5 millones debió hacerlos en oro y los restantes u$s 112,5 millones en los viejos pesos moneda nacional. Así fue como en 1957 se debutó con el primer crédito por u$s 75 millones. Allí comenzó una historia de nunca acabar con un organismo que hasta ayer reclamaba que los 40 millones de argentinos paguemos con nuestros esfuerzos los resultados de las políticas que ellos prohijaron.

(x) Periodista; profesor de Historia por la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) de la Universidad de Buenos Aires (UBA), y docente en la Facultad de Ciencias Económicas (FCE) de la UBA.




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(De paso les indicamos que tiene una nueva dirección)

Saludos y seguimos
Mesa Coordinadora de Ex-Alumnos

viernes, 2 de septiembre de 2011

Reunión de 5to 2da 81 y sus 30 años de egresados

Gabriela Laddaga de esta división, nos envió el siguiente mensaje:

Hola Urquiceros!!

Les cuento que este domingo (4 de Septiembre), nos reunimos con un grupo importante de compañeros de 5to 2da 81, para ponernos al día y festejar nuestros primeros 30 años de egresados. Si tengo suerte con la gestión, luego mandaré fotos para el blog.

Gracias y hasta pronto

Gabriela Laddaga

5to 2da 81

Hacer click aquí para ir a la página de 5to 2da 81.