domingo, 19 de diciembre de 2010

Anécdota / confesión de 5to 2da 71

Fernando Casiraghi, de 5to 2da 71 nos envia el siguiente relato:

Esta anécdota conlleva la confesión de un delito, es cierto que sin víctimas ni damnificados pero al menos implica allanamiento de morada y robo de propiedad pública. El asunto fue que en una trasnoche de mediados del 70, probablemente en los billares del Odeón se nos ocurrió a los que allí estábamos y como acto de protesta sin demasiada base ideológica contra algunos personajes que dirigían o habían dirigido el colegio, léase Passione, Garda y algún otro semifacho con cargo directivo y fijación con el largo del pelo, se nos ocurrió, decía, robarnos la piedra fundamental de las obras proyectadas que terminarían por ser el gimnasio del Colegio.

La misma consistía en una placa de bronce conmemorativa fijada sobre una especie de caja de mármol o granito sintético, color rojizo si mal no recuerdo, de unos 30 x 20 x 15 cm . Todo el conjunto cubría un hueco cavado en la tierra del jardín que estaba sobre Bacacay donde se habían introducido los planos de la futura obra. Decidida la acción guerrillera, fijamos cita para el sábado venidero 3 a .m.

Concurren a la cita Carlos Melo (querido Carlos que se nos fue hace pocos años y siempre lo recordaré, futuro médico cirujano en ese momento) y Sergio B. (renombrado abogado en la actualidad). Me reservo algún apellido al no poder pedir permiso para la presente delación. Sergio, que pensó que era una broma y que nos juntábamos para ir a tomar algo por ahí, vino de traje y corbata porque venía de una fiesta, no sé si de 15, un bar–mitzvah o un casamiento. Cacho y yo vestidos para la acción. Por su vestimenta, Sergio fue dejado de campana y nosotros trepamos la reja con alguna dificultad por las puntas en que terminaban y decididamente nos apoderamos de la mencionada piedra fundamental.

El problema fue que pesaba una tonelada y pasarla del otro lado de la reja nos costó muchísimo tiempo de ensayo y error. A todo esto un vecino del edificio de Bacacay casi Condarco, o sea justo enfrente de los acontecimientos relatados, se quedó parado en la puerta del edificio mirándonos, lo cual nos puso bastante nerviosos. Cuando logramos pasar el cuerpo del delito del otro lado de la reja, la llevamos a mi casa, Condarco y Bogotá, pero dando la vuelta por Terrada para disimular. Cuando estamos entrando a mi casa, vemos un patrullero que llegaba a la esquina del Colegio, seguramente alertado por el vecino comedido. Llevamos piedra y planos adentro, esperamos un tiempo a que aclarara y mis amigos hicieron mutis por el foro hacia sus respectivas casas. A la nochecita de ese domingo Cacho y yo estabamos en la casa de Gualberto A. (actualmente exitoso empresario del rubro consultoría en marketing), un confabulado que había faltado a la cita, cuando llama Sergio llorando. Que no pudo dormir, que le remordía la conciencia, que nos iban a echar del colegio, que íbamos a ir en cana (recordemos que estábamos disfrutando de un gobierno militar). Nada de lo que le dijimos lo convenció, a los 20 minutos lo teníamos ahí, CON EL PADRE! Lo que nos dijo el indignado progenitor de Sergio no se puede repetir ya que esto pueden leerlo menores. Ya no teníamos salida, había que devolver el botín. Fuimos inmediatamente a mi casa subimos a la terraza donde habíamos puesto el cadáver. El susodicho padre la envolvió en papeles de diario, la metió dentro de una bolsa de plástico y caminó la cuadra que hay hasta el colegio con el bulto bajo el brazo, tomando múltiples precauciones para evitar ser visto (dignas de una película de la pantera rosa, Cacho y yo nos esforzábamos para no reírnos) y dejó el paquete en la escalinata de la puerta del colegio.

Al otro día faltamos los involucrados pero nos acercamos al colegio para ver si hubo repercusiones, que no las hubo. La piedra fue reinstalada recién al otro año, esta vez con cemento. El cuento tiene un epílogo de muchos años después. En una reunión de ex-compañeros salió la anécdota y Gonzalito (sí, el de historia, un tipazo) nos contó que para las autoridades del Colegio había sido un misterio lo que había pasado y que nunca habían tenido ni idea de los autores ni los motivos. Se ve que no teníamos compañeros batilanas ya que todo el curso sabía todo. Y lo más gracioso era que la noche de la devolución intervino la policía ya que el paquete era sospechoso de ser un artefacto explosivo. Los planos nunca los devolvímos y estuvieron en mi poder hasta que desaparecieron en una reforma que se hizo en mi casa.

Saludos,

Fernando Casiraghi
Egresado 5º 2ª , año 71

3 comentarios:

Urquiza de Flores dijo...

Carlos Elorza nos comenta via Facebook:

"Impresionante. Un thriller sin muertos.Lamento lo de Carlos, Nosotros (5 5 72) veníamos atrás y conocí a su hermano menor. Volviendo a la historia, si la filman pueden ponerle de fondo música de Manal. Abrazo Carlos Elorza"

Urquiza de Flores dijo...

Mario Díaz comentó esta nota via facebook:

Mario escribió: "impresionante!! digno de nuestro colegio, que es grande también por este tipo de anécdotas. adhiero a ponerle música de Manal a la historia. Un gran abrazo a todos y feliz año nuevo!!"

Carlos Capella dijo...

Claro! Blues de la amenaza nocturna. "Poresa calle pasa el 99..."