domingo, 21 de septiembre de 2008

Cena quilombera de la 5to 4ta 58

Cuando transcurrian los últimos días de quinto año acordamos ir a festejarlo con una cena en un restaurante que si no me equivoco estaba por la zona de Constitución. Alguien se ocupó de hacer la reserva y la noche prefijada nos hicimos presentes en el lugar. Nos asignaron un local separado de la parte principal del restaurante con una mesa en U y por supuesto menú fijo. Para que se pueda entender lo que ocurrio durante esa cena es necesario poner en antecedentes a quienes hoy tienen menos edad que los que participamos de ese penoso suceso. Hace 50 años los mocosos de 17 o 18 años como teníamos en ese momento no salian de noche sin sus papis. De hecho para la mayoría de nosotros era la primera vez que nos asomábamos a 'la noche'. Fácil es imaginar lo que sucedió. En plena edad del pavo, descontrolados, sin nadie que nos pusiera límites, cada uno tratando de demostrarle al resto quien era el más piola... nada bueno podía ocurrir. Comenzó la cosa muy normal hasta que algunos se excedieron un poco (bastante) en dar cuenta de los pingüinos de cerámica con un dudoso tinto de la casa. La graduación alcoholica comenzó a subir y con ello se sucedieron hechos que empezaron como una gracia y terminaron en un bochorno. De pronto comenzaron a volar miguitas de pan que fueron seguidas por panes enteros. El menú incluía arroz a la cubana, plato compuesto por arroz y una banana frita. Alguno le revoleó a otro una banana, acto seguido le devolvieron con varias bananas refregadas en su cabellera. Comenzó una guerra de sifonazos y el pináculo del descontrol fue cuando comenzamos a tirarnos con el dudoso tinto de los pingüinos, el que obviamente no daba solamente en el blanco elegido sino que manchamos paredes, cortinas, manteles etc. Todo concluyó cuando dos mozos muy pero muy calientes vinieron muy serios y dijeron textualmente 'tienen cinco minutos para irse o llamamos a la policia'. Si bien la mayoría estabamos (y me incluyo) con unas cuantas copas de más la borrachera no era tan grande como para no darnos cuenta que la cosa venía en serio, así que metimos violin en bolsa y sin decir palabra salimos del local. Al llegar a la calle cada uno se fué sin chistar para su casa y nunca más se volvió a hablar del tema. Creo que la mayoría de nosotros compartimos una tremenda sensación de vergüenza por el papelón que habíamos hecho y que precisamente por eso es que por desgracia nunca más volvimos a reunirnos... Hoy, medio siglo después como querria encontrarme con alguno de aquellos imberbes que entramos en el mundo de los grandes comportandonos como verdaderos pavotes.

Relatada por Alberto Minnell.

A la Página de esta División


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3 comentarios:

Urquiza de Flores dijo...

Alberto Minnell, de esta división no hizo llegar el siguiente comentario:
Recien estuve leyendo una nota de Sergio Bejerman 5º año 1970 en el que menciona al profesor Ramirez Igarzabal y destaca su afición por el sexo opuesto

Por lo visto es cierto que el zorro pierde el pelo pero no las mañas... A Ramirez Igarzabal lo tuvimos nosotros en Lógica en el ´58. Recuerdo que llegaba en su "poderoso" DKW (una verdadera batata con cuatro ruedas de aquella época) y lo estacionaba sobre Bacacay así que desde la ventana del aula podiamos chusmear. A veces acompañado de una profesora de idioma tan veterana como él aunque en aceptable estado de conservación, lo que motivaba calenturientas lucubraciones de nuestra parte.

Otras veces lo acompañaba alguna ignota señorita (casi nunca la misma) que se bancaba dentro del auto hasta que terminara la clase y luego ambos partian raudamente con destino desconocido anuque sí imaginado...

Otras veces venía demacrado y ojeroso supuestamente como resultado de una velada muy agitada. Se sentaba detras del escritorio, sacaba un librito, se ponía unos antojos oscuros y decia "Fulano, lea en voz alta para sus compañeros a partir de la página XX" y luego agregaba "no me molesten que tengo que estudiar inglés". Esto era el prolegómeno de una siesta reparadora que más de una vez fue interrumpida por una carcajada generalizada provocada por expresiones tales como "no se pierdan al jovato como está apoliyando" o bien "mirenlo al bello durmiente" de parte del lector.

Hasta la próxima

Alberto Minnell

El gusano de plomo dijo...

Quiero preguntar a algún ex Urquiza si recuerda al preceptor Marcos, a fin de intercambiar algunas anécdotas. Gracias
Ricardo Murúa 5to 3ra 1973

Urquiza de Flores dijo...

Ricardo:
Fijate en la Página de las anécdotas que en ella se menciona a Marquitos varias veces